lunes, 11 de mayo de 2009

RESEÑA: CARMEN MCRAE - Live at Umbria Jazz


Carmen McRae - Live at Umbria Jazz


Carmen McRae (v), Eric "Fats" Gunnison (p), Mark Simon (b), Mark Pulice (bat). Perugia - Julio 1990
EGEA EUJ - 1003

4 estrellas


Carmen McRae es una de las grandes segundas del jazz de todos los tiempos, que quedó fuera por muy poco y por razones no del todo claras de la liga de las grandes divas como Billie Holiday, Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan. Cantante personalísima, tiene, como esas grandes mencionadas, la cualidad de ser inmediatamente identificable y de resignificar cada letra y cada canción con su tono, entre arrabalero e irónico. Así como la voz de Billie Holiday adhería un desgarro permanente a todas sus interpretaciones, aunque se tratara de temas ligeros y alegres, uno no puede evitar sentir que cuando McRae dice que "sólo tengo ojos para ti" en realidad todo es relativo. Como Betty Carter, es dueña de un swing relajado, casi displicente, que se desliza por los compases con un ritmo propio e interior pero, a diferencia de la gran Carter, McRae tiene una voz dura, pesada que a veces suena como un cachetazo y otras como una carcajada, pero jamás como una caricia. En este disco, grabado muy poco antes de que el asma le impidiera seguir cantando, ofrece un repertorio de standards con la ya habitual caída (innecesaria, en este caso) en el pop (con un tema de Billy Joel) y el lujo especial de una extensa versión de "'Round Midnight" con las dos letras que se conocen. De hecho, el fantasma de Monk se hace presente muchas veces en un concierto que, seguramente, debe de haber sido memorable. Mencionado en "Suddenly", la primera interpretación, un tema que es como una declaración de convicciones respecto del jazz, reaparece en la mencionada "'Round Midnight" y en "Listen to Monk", de manera que este disco se transforma también en una especie de mensaje evangelizador. Y hay algo de predicador en el tono duro y expansivo de la McRae, que acá está muy bien acompañada por un trío muy profesional. El sonido, digital con toda la tecnología, adolece, sin embargo, de cierto timbre metálico que suele presentarse en las grabaciones en vivo.

RESEÑAS - Anne Ducros: Close Your Eyes


ANNE DUCROS
Close your eyes
Anne Ducros (v), Benoît de Mesmay (p, tecl), Sal La Rocca (b), Bruno Castellucci (bat), Toots Thielemans (arm), Sarah Morrow (tb), Benoît Fromanger (fl), Olivier Louvel (g), Minino Garay, Joël Grare (perc.), David El Malek (s).
Paris- mayo del 2002
Dreyfus Jazz FDM 36641-2


Este disco es una sorpresa muy grata; en un primer vistazo, parece otro de esos tantos proyectos en los que una cantante, que puede ser más o menos buena, con arreglos adocenados y una producción impecable, la emprende con un repertorio formado por standards clásicos y temas pop que aspiran a ese status. Y es exactamente eso: sólo que los arreglos se deslizan siempre dentro de los límites del buen gusto y la calidad, el sonido es discreto y no cae en los énfasis típicos de la batería (como para que suene bien en el coche o en un bar, un vicio muy común en ciertas producciones smooth norteamericanas) y Anne Ducros es dueña de una voz excepcional y, especialmente, de una expresividad versátil, madura y afiatada. Entonces, lentamente, todos los temores van cayendo y este disco invita directamente al disfrute. El repertorio es un poco obvio, con temas que ya son insignia clásica de toda cantante que se precie (como el ya cansador "Lately", de Stevie Wonder, acá en una versión muy bien cantada pero, por desgracia, con la invasiva armónica de Toots Thielemans), "Blackbird" de The Beatles, que ya en su momento resignificó Brad Mehldau como standard de jazz y que acá recibe un tratamiento entre percusivo y tropical que recuerda mucho a los arreglos de Cassandra Wilson y que viene con un scat de la Ducros muy defendible. Hay también standards tradicionales y más ejemplos pop de Ivan Lins y Christine McVie. No todos los momentos del disco son memorables, por otra parte, y quizá lo más criticable sea, finalmente, el repertorio, con predominancia absoluta de canciones cantadas en inglés en lo que parece una movida de mercadotecnia. Justamente, lo mejor, la canción en la que Anne Ducros se mueve con la familiaridad de los objetos queridos y recuperados y donde las inflexiones jazz subyacen a una interpretación magnífica de la canción en sí, es "L'eau a la bouche", del genial Serge Gainsbourg.