martes, 4 de marzo de 2008

SACRED CONCERT de DUKE ELLINGTON


“Hay personas que hablan un idioma y hay personas que hablan varios idiomas. Cada uno ora en su propio idioma, y no hay idioma que Dios no entienda”, escribió Duke Ellington en las notas del programa de la primera ejecución de su Sacred Concert, que tuvo lugar en la Grace Cathedral de San Francisco el 16 de septiembre de 1965. Capaz de inventar bellísimas melodías a partir de imágenes cotidianas, de convertir las fugaces impresiones de sus viajes en magníficos paisajes sonoros (como The Far East Suite o la Latin American Suite) o de descubrir las armonías ocultas en el caos de un cruce urbano de tráfico (como en "The biggest and busiest intersection", del segundo Sacred Concert), Ellington leía el mundo como si fuera música; su idioma para comunicarse con él y el marco de su búsqueda espiritual era, como no podía ser de otro modo, el jazz.

Aunque es posible que en un primer momento no estuviera tan seguro de la pertinencia de ese lenguaje. Cuando, en octubre de 1962, el reverendo John S. Yaryan le propuso que compusiera un concierto de música sacra para la inauguración de la catedral, Ellington quedó profundamente desconcertado y tardó dos años en responder. La noticia de su aceptación generó tanto demanda de entradas para el concierto como reacciones críticas, y en todos los comunicados de prensa se evitó escrupulosamente la palabra “jazz”. Este primer Sacred Concert se presentó como “música sacra contemporánea” y consistía en un mosaico de piezas anteriores con composiciones nuevas, interpretadas por la banda de Ellington con el añadido de vocalistas y un coro. En lugar de una obra mística en la que el compositor se dirige a Dios, Ellington se dirigía a la gente, llevándola a la iglesia con una obra entretenida y espectacular diseñada para llenar grandes catedrales.

El éxito de esa primera empresa hizo que Ellington, un hombre de profundas convicciones religiosas, se viera a sí mismo como “el recadero de Dios” y generara versiones más o menos alteradas de su música sacra. En 1968 Ellington estrenó, en la catedral de St. John de Nueva York, el Second Sacred Concert, una de las obras más ambiciosas de toda su carrera y un testimonio mucho más aventurado e innovador que el primero o el tercero. “Este concierto –dijo— es lo más importante que he hecho”. La revista Down Beat le otorgó a la grabación del Second Sacred Concert “todas las estrellas en el cielo de Dios”. El compositor dedicó 1973, el último año de su vida, a componer el Third Sacred Concert, que se estrenó en octubre de ese año en la abadía de Westminster, Londres.

Entre 1966 y 1974 Ellington y su banda recorrieron los Estados Unidos y Europa con los tres Sacred Concerts, tocando las piezas sin orden fijo y mezclando temas de los diferentes conciertos. Al parecer, Ellington decidía el contenido de cada concierto inmediatamente antes de cada actuación, lo que tal vez explique por qué no existen partituras completas de estos conciertos. Más adelante, los directores de bandas y coros tuvieron que hacer sus propios arreglos. Una de las versiones más famosas, utilizada para este concierto, es la de John Høybye y Peder Pedersen, más dos temas arreglados por William Russo. Basada mayormente en temas del Second Sacred Concert, esta versión está a cargo del saxofonista valenciano Perico Sambeat, uno de las figuras más importantes del jazz español, al frente de una big band y de más de doscientos vocalistas provenientes de distintos coros de Girona.

El jazz y la música clásica, y, por extensión, la música religiosa de raíz europea, tienen diferencias que podrían parecer irreconciliables. Sin embargo, la espiritualidad del jazz emana de sus mismos orígenes en los negro spirituals, pasando por los mensajes a Dios de músicos profundamente místicos como John Coltrane, entre tantos otros. A partir del encargo casi casual del reverendo Yaryan, Duke Ellington encontró que su arte podía ser una forma de, según sus propias palabras, expresar “fuerte y abiertamente” lo que venía haciendo en privado y de rodillas. Más que una obra sobre Dios, los Sacred Concerts de Ellington pueden leerse como una exploración sobre el poder de la música para expresar, como un lenguaje universal, el universo interior de su autor, así como su asombro, admiración y alegría por la belleza del mundo.


Texto del programa de mano de la presentación del Sacred Concert de Duke Ellington en L'Auditori de Girona. Junio 2007.

3 comentarios:

Rafael Arocha dijo...

Hola Eduardo!!
Acabo de descubrir tu blog navegando en el universo virtual. Sorprendido por la similitud del nombre que llevan el tuyo y el mio te escribo para felicitarte por lo interesantisimo que me resulta lo que escribes y para invitarte a visitar el mio: http://barcelonajazzclub.blogspot.com/

y con tu permiso te incluyo en mis enlaces!!

un saludo,
rafa

Ariel dijo...

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Eduardo dijo...

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