EL ARTE DE ROMPER EL TIEMPO
La música es un arte del tiempo. Puede texturarse, adensarse, llenarse de capas y colores como forma de negar ese avance lineal, continuo e irrepetible. Quizá era eso lo que buscaban los clásicos europeos, y quizá los africanos siempre supieron que eso era imposible. Los grandes bateristas de jazz, los maestros de los ritmos, fueron aquellos que supieron hacer suyo ese avance, jugar con él como si fuera la herramienta de un prestidigitador. En 1979, Roach fundó un grupo de percusionistas llamado M’Boom cuyo primer disco homónimo es, además de una maravilla, una ilustración perfecta de lo que se puede hacer con el tiempo, jugando y pervirtiendo valores establecidos y pétreos como la simultaneidad, el silencio, los espacios y el ritmo. Ese disco bastaría para dar dimensión al tremendo agujero que acaba de crearse en la música con la ida de Roach.
Pero hay más. La historia dice que cuando los jóvenes subversivos de Dizzy Gillespie y Charlie Parker estaban preparando esa bomba llamada be bop, fue Max Roach el que sustentó todos los ataques modificando la manera de plantear el pulso del jazz, creando, junto a otro revolucionario de la batería como Kenny Clarke, una textura mucho más ligera, aguda y feroz que le dio al bebop la fuerza de su expansión rítmica, precisamente su característica más llamativa e hiriente. En esa nueva y velocísima aventura, Max Roach se las ingenió para subdividir los segundos y llenarlos de sentido, rompiendo estructuras con toques sutiles y poderosos. En 1949 fue uno de los parteros del Birth of the Cool de Miles Davis. En 1953, coprotagonizó con Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Bud Powell y Charlie Mingus el concierto y posterior disco Jazz At Massey Hall, uno de los momentos más oscuros, más enloquecidos y fundamentales del jazz. Compuso piezas políticas y orquestales como We Insist: Freedom Now Suite y llegó a interrumpir un concierto de Miles Davis que estaba auspiciado por una institución africana que a él le parecía sospechosa. En 1962 participó de la joya Money Jungle con Duke Ellington y Charlie Mingus, y sus dúos con el trompetista Clifford Brown son discos seminales del hard bop. Todos estos discos bastarían para el pedestal al más grande batería, pero hubo más, siempre hubo más. Música para películas, sinfonías, exploraciones con vanguardia, hasta con el rap. Cuando alguien definió el be bop como un estallido rítmico estaba pensando en Max Roach. Nadie como él supo hacer un arte de la ruptura imposible del tiempo. Murió hace pocos días, el 16 de agosto, y desde entonces hay tambores en silencio.
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