martes, 13 de febrero de 2007

MISTY

En la película policial Play Misty for Me, Clint Eastwood, su director y protagonista, tiene un programa de radio al que una oyente llama todas las noches para pedir su canción favorita. Lo que Eastwood no sabe es que se trata de una mujer desequilibrada, enferma de amor, a punto de desatar una carrera homicida, y poco y nada cuesta creer que los sonidos flotantes y sugerentes de su canción favorita sean, también, catalizadores de esa locura romántica. Hace cincuenta años, cuando apareció en el mundo la canción Misty, su compositor, el pianista Erroll Garner, ya era un inclasificable gigante del jazz. Su sonido, generoso con las notas, con un swing propio y para nada ortodoxo y su figura como encarnación del prototipo del músico «natural», sin estudios formales, lo convirtió en una leyenda viviente, que tocaba el piano como una orquesta completa, con agudos que parecían flotar en el aire y sin red. Para ciertos niveles académicos, lo que Garner tocaba era «imposible» o, directamente, estaba «mal». Como pocos, consiguió generar un estilo propio, inmediatamente reconocible y casi inmutable. Pero en 1954 se grabó Misty y todo cambió. La fama de la canción superó con creces a la de su compositor. Su melodía memorable y compleja inspiró más de quinientas versiones, de artistas tan diversos como Derek Bailey, Duke Ellington, Oscar Peterson, Stan Getz o Dexter Gordon, y hasta tentó a exponentes de la banalidad como Liberace y Kitaro. De todas maneras, fueron los y las cantantes quienes mejor uso hicieron de Misty. Frank Sinatra, Ella Fitzgerald, Aretha Franklin, Chris Connor son algunos de los que sintieron el llamado de esa canción cuya letra, lindando con la estupidez, habla del estado neblinoso, atontado, que es uno de los efectos colaterales del amor. Cuatro años más tarde de su lanzamiento, Sarah Vaughan grabó, en Vaughan and Violins, una versión de Misty que quizás sea insuperable: a pesar de la letra, a pesar de los arreglos vulgares de Quincy Jones, la voz de la divina Sassy se desplegaba en miles de matices eróticos y románticos, jugando con la melodía como un gato con un pajarito y permitiéndonos vislumbrar, a través de los exóticos colores de la neblina de su voz, las razones por las que Misty se ha convertido en una canción inmortal.

2 comentarios:

Gus Nielsen dijo...

Deberías poner un clip con el tema, así, los que no sabemos nada de jazz, sabemos de qué va todo. Me dieron ganas de escuchar Misty...

Eduardo dijo...

Tengo que aprender a postear música. Recién empiezo, Gusi...